8 de junio de 2010

La Civilización Romana

Siguiendo las premisas históricas manifestadas por los imperios, Roma presentó el fenómeno paulatino del despoblamiento en el campo y la superpoblación de la ciudad. Esta es la consecuencia inevitable de alimentar a grandes poblaciones urbanas a través de la agricultura masiva. Roma y otras grandes ciudades obtenían el trigo de Sicilia, Egipto y lo que ahora es el granero de Rusia: Ucrania. Hacia el siglo II ya la mayor parte del proletariado urbano era alimentado gratuitamente por el Estado, para evitar rebeliones. Pero los recursos comenzaban a resultar insuficientes, y el excedente de población era rechazado por las ciudades. Los historiadores contemporáneos nos hablan de piquetes de saqueadores vagabundos, formadas por campesinos, tan numerosos, que ciudades antes pacíficas debieron levantar murallas para protegerse de ellos.
Enfrentada al crecimiento ingobernable, Roma tenía tres opciones para evitar una grave crisis social:
a) encontrar más tierras, para conquistarlas o comerciar;
b) incrementar los recursos mediante la innovación técnica;
c) mantener los privilegios de las clases gobernantes reprimiendo a las masas.
Los romanos habían agotado la opción de obtener más tierras cuando la República se convirtió en Imperio, quedándose con pocas oportunidades de traficar hacia el exterior. Su comercio se limitaba principalmente a artículos de lujo, importados de Oriente. Quedaba el camino del ingenio técnico o la represión. Las clases dominantes eludieron buscar soluciones técnicas, pues preferían el trabajo esclavo a las máquinas. Después de los primeros éxitos de su civilización sobre tierras bárbaras, no habían intentado nada nuevo, negándose sistemáticamente al desarrollo técnico. Esta falla del sistema mantuvo siempre muy alto el nivel de pobreza. E imposibilitó el surgimiento de una amplia variedad de niveles entre las clases medias.
Roma dependía de talleres y no de una industria de producción masiva, incluso para fabricar armas de guerra. Una fábrica de armas en el Imperio Romano era simplemente un sitio donde se obligaba a trabajar a numerosos esclavos, confeccionando a mano lanzas, espadas, escudos y todo lo que la legión usaba para sus combates.

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